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Fez, tradición que nunca muere

A veces, para saber dónde vamos, debemos leer a referentes que, aunque hayan escrito sobre nuestro destino hace tiempo, nos ayuden a comprender la historia de nuestro destino.

Es por eso que hoy, nos hemos fijado en “Fez, ciudad santa de los árabes”, un ensayo de el escritor mexicano Luís Cardoza y Aragón quién en 1926 viajó a la capital religiosa de Marruecos y de la cual quedó completamente prendido.

Cierto es que el estilo que utiliza el autor en su libro ayuda al lector a imaginarse cómo será Fez antes de ir, por mucho que las líneas leídas sean de antaño. Porque una cosa es clara, esta hermosa ciudad sigue manteniendo el mismo espíritu, con algunos cambios inevitables dada la época actual, que cuando Cardoza estuvo ahí. Vamos a ver cómo describimos Fez a partir de la experiencia del autor mexicano.

“Fez: allí fue el milagro. Como en las lecturas que no me cansan nunca de ese libro único “Las mil y una noches”, Fez fue, para mí, revivir esa poesía incomparable. Los primeros momentos estuve perplejo como si hubiese caído del cielo. Momentos después me despedezaba, abríame como una granada. Los relojes marcaban una hora en un día de hace mil años. Y hasta los anacronismos violentos fueron motivos de encanto.” (Cardoza 1926: 9).

Fez es una ciudad que vive de su tradición la cual forma parte de su día a día y de su cultura, de sus aromas penetrantes y fuertes, de sus murallas que marcan las Medinas, de su arquitectura y  las torres de las mezquitas, de sus mercados, de sus oficios, de sus calles repletas de gente.

El barrio Andalusí fue construido por los moros de España que llegaron a la ciudad después de su expulsión de Granada. Unas calles presididas por la Mezquita de los Andaluces que vio cómo estos inmigrantes andaluces ayudaron a que Fez fuera uno de los centros más atractivos de Marruecos, ya que trayeron ciencias y artes típicas de la España mora.

Otro barrio bonito es el judío, Mellah, se caracteriza por la Plaza del Comercio en la que se respira el puro estilo de vida de sus vecinos que pasean por calles llenas de vida y alegres. El té de menta da un aroma especial al ambiente que uno puede vivir simplemente sentado en uno de las muchas terrazas que ocupan las calles sumergidas en una vida típica de la Edad Media. A pesar de esto, los judíos no son bien vistos por la comunidad musulmana porqué su líder, Mahoma, les acusa de todas las desgracias que pueda padecer su sagrada sociedad.

Observemos ahora de su población: hombres y mujeres. Los hombres majestuosos, de una belleza característica masculina que les permite mostrarse superiores a aquellos que no son nativos, acompañados de unas mujeres que esconden su más preciado tesoro mostrando solamente sus ojos, a veces perfectos. Libertad cuartada delante de lo nuevo y del miedo a expresarse y mostrarse libremente.

Mientrastanto, los jóvenes dirigen su vida a estudiar en las Madrazas para ayudar a crear una hegemonía cultural y religiosa, aunque sus orígenes muestren que más bien carecen de conocimientos suficientes. Pero, ¿qué importa? Sin saber cómo, están ayudando a engrandecer a los suyos y a su fe por la que fluye su día a día.

Los artistas árabes trabajan como sus ancestros, pero sin la misma riqueza material, aunque siguen conservando su estilo divino cómo aquel que mostró el encargado de construir la gran puerta de la Karouine. Así, la poesía de Fez tiene un encanto único que nos permite saber más de la ciudad que cualquier libro de viajes. Sus canciones nos invitan a adrentarnos entre los muros de la medina sin querer salir de ella porque lo que está fuera carece de importancia, o si más no, queda relegado a un segundo plano. La esencia de Fez se encuentra en la parte vieja, la que ha sobrevivido años y años sin dejarse influenciar por esos extranjeros de los que la propia ciudad siente lástima.

Por todas estas circunstancias, Fez empezó a atraer a todo el mundo musulmán e, incluso, a la gente de fuera. Esto se ha conservado hasta nuestros días convirtiendo a la ciuad marroquí en uno de los principales destinos para aquellos que quieran perderse en un mundo totalmente nuevo y, por desgracia, menospreciado por el temor que tiene la sociedad actual ante la posibilidad de conocer aquello nuevo y distanciado de su estilo de vida.

Texto y fotografías por: Marc Galván

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