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Una excursión otoñal: La Garrotxa

Texto y fotografías: Marc Galván

Volcanes dormidos, bosques salidos de un cuento de hadas o caminos rodeados de naturaleza salvaje. Todo esto se puede encontrar en el Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa, Catalunya. Una zona única en la Península Ibérica que alberga la mejor muestra de paisaje volcánico del territorio.

Un día de otoño soleado y con una temperatura agradable, es la fecha perfecta para ir a visitar este paraje tan singular. Aprovechar las rutas marcadas, perderse por el bosque encantado de hayos o contemplar los volcanes de Santa Margarida y del Croscat. Distintas y especiales maneras de pasar unas horas en familia, con la pareja o con amigos.

Hay varios itinerarios marcados, pero el más adecuado es el que lleva desde la Fageda d’en Jordà, sigue por el volcán de Santa Margarida, pasa por el volcán del Croscat y vuelve al punto de inicio. Un total de cuatro horas de caminar por un sendero que no dejará al viajero indiferente.

El recorrido empieza por el bosque de la Fageda d’en Jordà, eregido sobre una colada de lava del volcán del Croscat, y rodeado de hayos que se elevan en medio de un ambiente húmedo y refrescante. Al mismo tiempo, el sol que se esconde detrás de los árboles intenta penetrar con sus rayos para iluminar un camino que, en esta época del año, esta custiodiado por setas esperando no ser atrapadas por el visitante.

Sin abandonar la Fageda, una senda, rodeada de campos, setas y pequeños árboles que parecen vigilar a los viandantes, lleva hasta la cooperativa La Fageda. Una empresa que en su plantilla da prioridad a personas con alguna discapacidad y que elabora uno de los mejores productos lácteos de Catalunya. Es importante destacar siempre iniciativas de este tipo. Lo curioso es que aunque se trate de un edificio más propio de un ambiente urbano, no hace sentirse alejado de la naturaleza. Posiblemente la granja que tienen donde se ordeñan las vacas y el prado verde delante de la tienda ayudan.

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Hasta este punto, los pies agradecen el trayecto andado pero, a partir de la cooperativa, solo quedan unos metros para llegar a una pendiente pronunciada y con un suelo poco llano repleto de rocas y zanjas naturales. Subir se convierte en una diversión al intentar no meter el pie en el sitio equivocado.

Por fortuna, aunque esta durará poco, llega un tramo agradable que desciende entre campos hasta llegar a la iglésia romànica de Sant Miquel de Sacot donde se puede descansar y admirar la belleza arquitectónica que se levanta delante.

Empezamos a subir por el volcán de Santa Margarida de manera suave gracias a la forma de “s” que dibuja el camino como si de una serpiente se tratara. Remonta hasta que llega a una bifurcación en la que la rama izquierda baja hasta el cráter del volcán. Un espacio en el que descansar, comer y apreciar la ermita románica que guarda este rincón.

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El tiempo no se para y queda la mitad de recorrido por hacer antes de que se vaya el sol y deje a oscuras los últimos metros en medio, otra vez, de los hayos de la Fageda. Si de buena mañana caminar entre esos árboles ya hace adentrarse en un escenario oscuro, en pleno atardecer ese lugar parece salido de una película un tanto sombría.

Como todo lo que sube baja, después de ver el cráter de Santa Margarida, toca ascender otra vez para seguir el sendero que conducirá, al cabo de media hora, a una zona donde comer y descansar al lado de la carretera que, sorprendentemente, no altera la calma del lugar. En gran parte, culpa del poco flujo de tráfico.

 

Empieza el tramo final del itinerario, siempre bien marcado durante todo el camino, pero antes de encaminarse otra vez por la Fageda, hay una desviación obligatoria: los gredales del volcán del Croscat.

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Un nuevo sendero, primero entre campos y luego en un terreno agradable y que, antes de llegar, pasa por un mirador dónde admirar la belleza de la naturaleza de La Garrotxa.

El volcán del Croscat es el más joven de todo el territorio peninsular con un total de 11.500 años. Sus gredales, de más de cien metros de altura, se originaron a causa de la explotación minera que años atrás se produjo en su cara norte. Tal actividad que deteriorava la condición natural de esta relíquia, provocó grandes mobilizaciones sociales que lograron convertirla en reserva natural en 1982.

 

Aunque existieran estos problemas de degradación, el cono volcánico está cubierto totalmente de vegetación exceptuando en la zona de los gredales. Una circunstancia que permite ver la estructura interna del volcán. Son tales las dimensiones del volcán del Croscat que su colada de lava llega a los seis quilómetros y, además, su forma es de herradura.

El volcán cautiva por su singularidad y su tierra interior rojiza que se combina con las piedras de un color negro intenso como consecuencia del material volcánico que viste esta zona natural. Realmente bonita es la escena que deja la luz del sol cuando este está apurando sus últims horas mientras es testimonio de la belleza natural del Croscat.

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Una vez se abandona el volcán, se tiene que reprender el sendero anterior el cual conducirá al andariego, siguiendo la forma perfectamente geométrica de unos campos que reciben las primeras brisas frescas propias del otoño, hasta el tramo final. No sin antes detenerse y apreciar la belleza que ofrecen estos campos rodeados de los montes característicos que, antaño, estuvieron activos.

Al cabo de cuatro horas de caminar y aprovechar los secretos que depara el panorama a medida que se avanza, se regresa a la Fageda que se merece una grata despedida despues de un día largo y repleto de paisajes espectaculares.

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El Parc Natural de la Zona Volcànica de La Garrotxa deja un grato recuerdo a todos sus visitantes y las ganas de volver para ver que postales depara en las distintas estaciones del año.

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