Llena de colores
Texto y fotografías por: Ángela Morales
Fez es una ciudad colorida. Desde el azul de su famosa cerámica hasta el verde de sus jardines interiores, pasando por el amarillo característico de su gastronomía y el naranja de sus atardeceres. Fez es increíble. Es una ciudad que te envuelve en su mística y te hace sentir en una escena extraída de ‘Las Mil y una Noches’. Fez unió nuestros caminos y marcó nuestras vidas.
El color del cielo en un día despejado, el de la sabiduría y el que representa a la ciudad. El AZUL, el color más representativo de Fez, cubre todos los rincones de su medina. La cerámica, que refleja toda su historia, es mágica e increíble. Llena de detalles, brilla por su minuciosidad y por ser uno de los objetos más solicitados por los visitantes que llegan a pasear por sus callejones.
El aroma del cuscús sigue grabado en mi memoria. Porque no es lo mismo comerlo en países occidentales que comerlo en Fez, con el auténtico sabor marroquí. La comida de este país es reconocida mundialmente por la cantidad de especias que usan. Además, por unir familias alrededor de la mesa y por los colores característicos, como el AMARILLO que brinda el azafrán y el marrón de las lentejas y el Zaaluk.
En la Plaza Nejjarine lo encontramos. Su túnica ROJA atrajo nuestra mirada. Con sus manos arrugadas se encarga de crear una bella melodía, mientras su cabeza gira al ritmo de la música. La plaza de la madera, como la conocen los turistas, es el lugar perfecto para mostrar su talento y entretener a los espectadores. Es allí donde pasa su día, entre souvenirs y extranjeros. Entre cámaras y sonrisas.
Su color VIOLETA hace que resalte entre las diferentes especias que la acompañan. Su olor y su color invaden el ambiente. La rosa es un elemento con diferentes propósitos en Marruecos. Desde el aceite, que sirve para aliviar picaduras, hasta la propia flor, que se usa como decoración para mejorar el té con menta.
Riad significa jardín en árabe. Y los pocos que aún se conservan en Fez, le hacen honor a su nombre. El pequeño espacio lleno de árboles y vida en el centro de este tipo de viviendas, sirve de escenografía para un juego de persecución entre gallos y gatos. Así, el VERDE inunda poco a poco los hogares de algunos fezíes, que agradecen un poco de oxígeno puro al salir de la ajetreada medina.
Nada mejor para terminar un viaje increíble que un atardecer asombroso. Desde las Tumbas Merínidas, se puede observar como el sol se esconde y sus rayos NARANJAS se posan sobre la medina. Ese espacio gigantesco de miles de callejones sin nombre por donde nos perdimos tantas veces, pero que nos regalaron tantas historias mágicas.