Chefchauen tiñe de azul y blanco las Montañas del Rif. Su medina serpenteante, con pronunciadas cuestas y callejones sin salida, pone a prueba a los viajeros. El azul se mezcla con el color plata de su artesanía. Con los tonos ocres y rojizos de sus alfombras. Con el marrón de su Alcazaba medieval y con el verde de los arboles. Tomarte un zumo de naranja natural sentado en medio del río o ver la puesta del sol desde la muralla, son privilegios que solo Chauen conoce. Visitarla es entrar en un estado de paz y tranquilidad.